oficina y casa
En este artículo seguiremos hablando como pueden cohabitar el teletrabajo y el presencial.
“Cuando se está en un proceso como este hay que disponer de flexibilidad para desarrollarlo. No necesitamos una nueva ley del teletrabajo. Necesitamos empezar a funcionar y que las empresas y los trabajadores empecemos a ver cómo construimos el modelo híbrido”, asegura. “En medio de esta incertidumbre, demos a las partes la posibilidad de ir renegociando en un proceso de prueba y error”.
Mari Luz Rodríguez coincide en que no es necesaria nueva regulación, porque ya existe: “ya está regulado en el artículo 13 del Estatuto de los Trabajadores, si bien no lo llama así por alguna razón que no entendemos. Tenemos el acuerdo europeo de teletrabajo a través de la negociación colectiva y en nuestro país la ley de Protección de Datos reguló el derecho a la desconexión digital. Mimbres normativos tenemos; ahora hay que llevarlo a la práctica facilitando la aplicación en empresas y sectores en los convenios”.
Por supuesto las empresas tienen que asegurar que los empleados pueden trabajar de forma correcta y segura, ayudando en la compra de equipos informáticos, mobiliario de oficina, mesa de oficina, silla de oficina etc…
La nueva forma de relación entre empresas y trabajadores trae también consigo nuevos riesgos. Desde el punto de vista empresarial, la fórmula funciona mejor de lo que muchos pensaban. Francisco Simón, director de Recursos Humanos del Centro Corporativo del Banco Santander explica que en solo un día fueron capaces de sacar 10.000 empleados de la ciudad financiera y ponerlos a teletrabajar desde casa sin ningún problema. “En un 90% de los casos se mantiene la productividad. En un 1% baja, y en el resto, aumenta. Desde casa se trabaja más porque las personas no saben desconectar. El teletrabajo está muy regulado y sabemos qué es, pero de la desconexión tenemos que aprender muchísimo en España”. Una forma de desconectar es disponer de un espacio “home office” con una mesa de oficina, con sillería ergonómica de oficina, donde una vez salgamos de este espacio de “trabajo” debemos desconectar y seguir con nuestra vida diaria.
Francisco Pérez, catedrático de análisis económico de la Universitat de València y director del IVIE, duda sobre si la experiencia del Santander puede ser algo extrapolable. “Sin un entorno de preparación como el que tenía la gente del banco, es difícil que el teletrabajo no pase factura a la productividad”. El experto distingue entre los efectos de un teletrabajo adoptado como solución de emergencia y el de uno que se asume como una auténtica alternativa operacional en el seno de la compañía. “Estos meses han sido un ejemplo de lo primero, solo si esta fórmula se convierte en algo operacional será posible que contribuya a la productividad; y para mí sería una sorpresa que un teletrabajo de emergencia lo hiciera”.
Los expertos advierten de la preocupante invasividad y las jornadas marotanianas que produce la caída del muro entre vida profesional y vida personal. Además, la irrupción tecnológica con el teletrabajo como punta de lanza ha dejado peligrosos ejemplos de precariedad. Un ejemplo que pone Santiago Carbó, catedrático de economía de CUNEF y director de estudios financieros de Funcas, es el de los últimos avances en el ámbito de servicios a domicilio. “Hemos visto algunas contrataciones que desde luego si queremos ir a mejor como sociedad hay que ser más exigentes con la regulación”. “Las nuevas actividades digitales no pueden ser un camino de debilitar derechos sociales o de utilizar figuras contractuales que no son aceptables. Es la sociedad la que debe exigirlo. Los pobres trabajadores no van a poder. Hay que exigir que estas empresas que generan tanto valor añadido hagan contratos adecuados a sus trabajadores”, añade Santiago Carbó.
Además de la tecnología, los expertos coinciden al recordar la importancia que debería tener el factor humano a la hora de repensar la organización del trabajo. “La tecnología es importante, pero el trabajo humano sigue siendo lo esencial, como esencial es corregir la dualidad contractual que tenemos, y que siempre provoca que el ajuste se haga con los empleados temporales”, asevera Mari Luz Rodríguez. Por eso una opción hibrida es quizás la mejor solución. Disponer de un “cuartel general” que disponga de espacio comunes con mobiliario de colectividades donde poder reunirse y aportar el valor humano, zonas de oficinas que permitan la polivalencia equipadas con mamparas de oficina de metacrilato para poder compartimentarlas de la forma que sea necesaria cada día, zona de taquillas de oficinas donde cada empleado pueda dejar sus pertenencias y recoger ropa y calzado esterilizado.
Fernando Fernández añadió que el mercado laboral del futuro no debe olvidar que además de integrar tecnología y empleo, debe hacerlo sin olvidar el envejecimiento demográfico, la feminización del mercado con el riesgo de avance de la desigualdad, y las migraciones, necesarias en un continuante envejecido.
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Fuente artículo El Pais